La primera vez que perdí un bus fue un FlixBus. No sé si conocen esta compañía, pero es una de las más famosas de buses low-cost en Europa. Aquí pueden conseguir pasajes internacionales a 15 euros si es que los buscan con tiempo. Lo malo de FlixBus es que, por el mismo hecho de que son excesivamente baratos, no se toman tan a pecho su servicio y suelen llegar tarde. Si alguna vez les compran un pasaje, estén preparados para llegar después de la hora a sus destinos. Por lo demás, FlixBus es lo máximo.
Lo que me
pasó esa vez fue que me olvidé del pequeño detalle de que, a pesar de que la
costumbre de una empresa de llegar siempre tarde, más pesan las costumbres del
país en el que opera. Mi bus salía de Basilea, Suiza a Wiesbaden, Alemania a
las 9:30 am. El día anterior me quedé viendo Orgullo y Prejuicio con mi amiga
en su depa y, cuando me levanté, ella, como buena suiza, ya se había ido para
estar temprano en su trabajo. De repente vi la hora: 8:43 am.
“Tengo
menos de una hora para llegar a la estación. Bahh, sí la hago”, pensé. Toda
tranquila me bañé, cambié, desayuné, etc. Salí de la casa a las 9:10 y llegué
9:30 en punto a la estación. Bajé las escaleras hasta el paradero de FlixBus y
vi a un busecito verde alejándose. Miré mi reloj: 9:31 am. “¿Qué??? Ese no
puede ser el bus”. Pero lo era. Me olvidé que estaba en Suiza, el país en el
que la hora significa 10 minutos antes. El lugar en el que hasta la empresa más
impuntual del mundo sale a tiempo.

Me quedé atónita. No podía creer que ese busecito verde que tantas veces me había hecho esperar horas de horas o incluso me había cancelado trayectos enteros me acababa de dejar por un minuto de retraso. Ironías de la vida: la ventana posterior del bus llevaba una pegatina que ponía “Welcome to Switzerland”. Estuve ahí, en medio de la pista, parada, viendo cómo el busecito que me daba la bienvenida se alejaba cada vez más y recordando que tenía 10 euros en la tarjeta. ¿Qué iba a hacer? ¿Llorar? Me comencé a reír de mí misma y decidí comprar un boleto a la ciudad en la que tenía mi conexión: Karlsruhe.
Cuando pensé que nada podía empeorar
Evidentemente, la historia no acaba aquí. El bus a Karlsruhe no salía de Suiza, sino que venía de Italia, lo cual significó una experiencia más acorde a lo que FlixBus suele ofrecer. Me cancelaron el trayecto y me reembolsaron con uno que iba en dirección Frankfurt 4 horas después. El hecho me hizo perder mi conexión y me llevó a tomar una decisión drástica. Me subí al bus verde y me atrincheré en el asiento del fondo. No me bajé en Karlsruhe, sino que me quedé como polisonte hasta Frankfurt, procurando que nadie me viera. En un momento incluso revisaron los asientos y me tuve que esconder en el baño.
Evidentemente, la historia no acaba aquí. El bus a Karlsruhe no salía de Suiza, sino que venía de Italia, lo cual significó una experiencia más acorde a lo que FlixBus suele ofrecer. Me cancelaron el trayecto y me reembolsaron con uno que iba en dirección Frankfurt 4 horas después. El hecho me hizo perder mi conexión y me llevó a tomar una decisión drástica. Me subí al bus verde y me atrincheré en el asiento del fondo. No me bajé en Karlsruhe, sino que me quedé como polisonte hasta Frankfurt, procurando que nadie me viera. En un momento incluso revisaron los asientos y me tuve que esconder en el baño.
En fin, llegué a Alemania sana, salva y con mucho sudor por los nervios. Nunca pierdan un bus en un país de lengua extranjera. Mejor dicho, no pierdan nunca un bus, así sea un FlixBus demorón y conchudo. Porque ya saben, podrían quedarse 13 horas más en un país con 10 euros en el bolsillo. Espero que tengan mejor suerte que yo en todos los viajes por tierra que deseen emprender. ¡A seguir viajando!
- Nat.


Comentarios
Publicar un comentario